Por David Vólquez Román (Tomado de rinconecologicobiosferico.blogspot.com)
Hoy 21/03/2011 a 12 años de su muerte,
reproducimos su discurso: Aquí no hay hombre, como es que permiten que
desmonten el Palmar de Duvergé. Ahí es que las brisas calientes que vienen de
Neyba se emburujan con las plantas, se enfrían y refrescan a Duvergé
(1998).
Flor María nace un 23 de diciembre de
1908, día del niño, declarado año después; en la común de las Damas, luego
Duvergé, del “otrora departamento”, de Azua de
Compostela.
Flor María Román Tejada, hija de Doña
Eneria Román Jiménez (Taine) y José Lucía Tejada (Cura); sus hermanos son
Mecaela, Marina y José Lucía hijo.
Desde muy temprana edad manifiesta su
vocación por el trabajo, a los 4 años, su madrina le daba dos motas y las
transformaba en 5 mazorcas de maíz que compraba a su prima “Cayo” para que le
moliera y le hiciera pan de maíz, multiplicando la donación. Vivió sus primeros
años viajando en mulos hacia Haití, Misión, Gromua y Te Fuerte (Tierra Fría) y Matiné,
en la venta de raspadura (azúcar en pasta) y regresaba con mercerías y
perfumes. Relatan que los hombres de la región iban al Este, a trabajar, en la
industria azucarera. Las limitaciones económicas eran profundas, los hombres,
iban a pies a San Pedro de Macorís, para bajarse el ruedo de los pantalones y
hacerse “hombres”, en el Camino, duraban alrededor de un mes madurándose los
plántanos que
llevaban.
Solía hablar de la influencia de 1916,
virus gripal; que según su relato; causaban muertes enormes, donde la “gente
caía como puerco con cacedo”, no se saludaban por la gran capacidad de
contagio, esta epidemia provocó la muerte a más de 14 millones de habitantes en
el mundo, 82 años más tarde supo que la influencia fue causada por un virus
aviar, que evolucionó en un ejemplar porcino, incrementando su virulencia y
mortalidad en los humanos.
En 1916, a lomo de mulo conoce el poblado
de Barahona y es espectadora del desembarco de las tropas de infantería
“Americana” las que se instalan con sus casas de campaña en el cocal de Alberto
Mota, localizado, donde hoy está el Hotel Guarocuya.
Memoraba Doña Flor María; antes de la
llegada de los americanos, los métodos de enseñanza eran atrasados
introduciendo éstos la cartilla mantilla, que permitía unificar las letras en
palabras, facilitando la comprensión, aprendiendo a leer y a escribir.
Su cerebro archivó con nitidez impoluta,
las transformaciones tecnológicas y económicas que introdujo la Barahona
Company, según ella, primero sembró algodón y luego caña de azúcar. Decía que
al término de la primera guerra mundial los soldados que regresaron vivos, le
informaron que la casa signataria del vapor en Puerto Rico, la Barahonera
Company, iba a instalar un central, los que desearon ir a trabajar; era una
oportunidad y los puertorriqueños arribaron en los Vapores Arbonkis, Romanita y
el Hurón, siendo espectadora del primer ladrillo que se puso en el ingenio en
1918.
La llegada a la Sub Región Enriquillo de
la máquina de vapor (locomotora) alimentada por leña, en su nota de transporte,
difundía cada día lo que sucedía en la factoría, donde el calor generado por
las calderas se transformaba en vapor y con presión ejercida se ponían en
movimiento los molinos y generadores eléctricos, centrifugas, tachos y para
procesar los jugos extraídos a la caña de azúcar, así se integraba Doña Flor
María a las nuevas corrientes económicas del mercado y a la tecnología
manifiesta en comercio de animales, es así como en 1930 transportaba cerdos por
un camino de piedras; y a las 12 de la noche, se le tiró un “puerco” del camión
y mientras el ayudante le dijo se tiró un puerco y se fue, ella procedió a
buscarlo, lo encontró, le mordió el rabo y llamó al ayudante, aquí lo tengo y
así, lleno de guazábaras espinosas, logró recuperarlo.
Palpó militantemente los procesos de
crecimiento económico de Barahona. Recordaba cuando los americanos hacían
transportar a los presos, los excrementos hacia el mar desde la cárcel que
estaba donde está hoy la discoteca “Lotus”.
La electricidad era vendida por la
Barahona Company a los pobladores de la ciudad, que la contrataban y pagaban.
Flor María, quién solía bañarse en el
río las Damas de Duvergé y cuando pasaba por el arco de Barahona, en la
oscuridad, decía ahí va Flor, por el olor del jabón de pino silvestre y el
perfume de sándalo, que usaba.
Comentaba, que antes de formarse, vio en
el teatro Unión la película de cine mudo: “El Sello Gris”, conocida hoy como
Titanic.
Flor María, con una decisión y memoria
clara, fue un exponente de la mujer soltera, emprendedora, triunfadora. Se casa
a los 28 años de edad con el Sr. Elías Vólquez, se va a residir a Duvergé,
procreando 10 hijos, 9 varones y una hembra; son ellos Mimio, Yolle, Toño,
Raulín, Amílcar, Alejandro, David, Dollys, Bienvenido y Jota; criado con todo
el cariño de madre a Estela, Beba, Pai, Bidito y Gaspar.
Incursionó en el área de servicio:
Hoteles y Fondas, actividad con la cual enriqueció sus conocimientos y
principios humanos. Los que le conocieron: haitianos, cubanos, colombianos,
jamaiquinos, puertorriqueños, canadienses, españoles, norteamericanos,
alemanes, franceses, ingleses, árabes, turcos, belgas y el pueblo llano,
reciben la cortesía, el trato afable y lo que tenía a mano, llegando a sus 90
años a brindar la silla a los visitantes.
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Entrevistada el 05/05/1996 vía satélite en el programa el Gordo de la Semana |
Dola Flor María estaba levantada
trabajando desde las 4 de la madrugada hasta las 10 y 12 de la noche; dicen los
pobladores de Duvergé que siempre estaba sonreída, nunca le vieron la cara
brava.
Su casa fue el hogar abundante para los
que tenían limitaciones de disfrutar de un periódico, un manjar y agua fría.
A finales de la década del 70 se le
ordenó amputársele una pierna; se le consulta al Dr. José Alfredo Español
Yapour con la asistencia del Dr. Wenceslao Ramírez Ferreira, haciendo posible
prolongar la vida de Flor María en 20 años, agregando que cada vez que
consultaban a Flor María vibraba la felicidad en ellos.
El párroco de Ponce la visitó unos días
antes de enfermarse; la encontró activa y contenta desgranando guandules;
cuestionándole sobre las tareas que ejecutará le respondió con energía: PARA
VIVIR HAY QUE PRODUCIR.
Entrevistada el 05/05/1996 vía satélite
en el programa el Gordo de la Semana, a la pregunta de las bondades de los
tiempos idos; cuando los perros se amarraban con longanizas; respondió claro y
preciso: Estos son los mejores que se han conocido, por el desarrollo de la
ciencia y de los pueblos, los demás fueron sueños.
Afectada por una IZQUEMIA cerebral, Doña
Flor es ingresada al hospital Ramón Lara, donde recibió las cortesías y
bondades posibles acorde con su bondadosa vida: asimilados, enfermeras,
laboratoristas, médicos, sub-directores y director, compensan su vida.
Doña Flor María murió suspirando el
sándalo perfumado que baño su cuerpo en su juventud, manifestaba su
satisfacción y complacencia. La muerte de Doña Flor María conmocionó las
comunidades nuestras; cabe mencionar las palabras del párroco sacerdote Ponce:
En las últimas palabras ante el féretro dijo: Mujer ejemplar, trabajadora,
honesta, desinteresada, mal negociante y buena madre, la cual se llama madre
globalizada antes de que la globalización se pusiera de moda. Por su parte, el
Ing. José Bello alabó la capacidad de trabajo, honestidad, desinterés,
intelectualidad y CARACTERISTICAS anti-corrupción y democrática manifiesta en
las cualidades de honestidad mostrada por sus hijos en posiciones de manejos de
grandes recursos económicos con partidos y gobiernos adversos, sin encontrar la
más mínima mancha de corrupción, tal y como lo manifestaron el padre Castillo y
el padre Ponce. El médico local Ramón Herrera alaba la santidad de Flor María,
la alegría que caracterizó su vida e inmediatamente las estrofas del poeta
cantautor Indio Duarte interpretando el poema “Esa sí que era una guapa”
desbordando escalofríos y lágrimas en los presentes, su hijo David Vólquez dijo
que Doña Flor nació con el siglo, creció, se desarrolló, maduró y recogió sus
frutos. Dijo al igual que el padre Ponce, que la sociedad debe asimilar los
principios y capacidad de servicios de doña Flor.
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